En muchas ocasiones he dicho que, en realidad, sois vosotros los que le ponéis los retos más grandes a Tutti pazzi per labore, y eso que a menudo me complico mucho la vida yo solita. Pero sin duda, nunca con la facilidad y la perfección con la que me la complicáis vosotros. Y eso es maravilloso. No creáis que lo digo como reproche, si no que trato, quizá con algo de torpeza, de daros desde aquí las gracias por la fe que tenéis en mí al verme capaz de antemano de hacer cosas que ni siquiera yo me he planteado. Es con esos encargos que en principio me hacen palidecer con los que más crezco y con los que rompo la monotonía y me permiten traspasar los límites y avanzar un peldaño más.
Uno de esos encargos a los que podemos poner la etiqueta de reto es el que os quiero mostrar en la entrada de hoy: un cabecero de cama a modo de tapiz.
He de reconocer que tengo debilidad por los cabeceros de cama. Me parecen una de las partes principales de la decoración de un dormitorio. Sobre todo porque defiendo que esa pieza debe ser original y personal, debe hablar de nosotros y de nuestros gustos y debe ser apropiado para la habitación en la que se encuentra, eso sí, sin olvidar que lo vamos a ver muchas veces al día, así que no debe ser tan peculiar como para cansarnos en seguida de él.
Las indicaciones que nos dieron en esta ocasión como punto de partida fueron las dimensiones, lo que nos obligaba a un formato no sólo rectangular sino muy alargado, y que le apetecía que estuviera decorado con un mandala. Para los que lo desconozcáis, el mandala, término que procede del sánscrito, es una imagen, fundamentalmente circular, símbolo de la eternidad y la continuidad, que nacen en torno a un eje central y que se estructuran a través de elementos geométricos simétricos (círculos, líneas rectas o curvas, cuadrados, triángulos y rectángulos). Los mandalas tienen su origen en la India, pero al poder adoptar formas muy diversas, están presentes en todas las culturas, como por ejemplo en el cristianismo a través de los laberintos medievales o las vidrieras redondas o rosetones, elementos característicos de las decoraciones de las catedrales o los mandalas de arena de colores que realizan los monjes tibetanos.
Los mandalas desde la antigüedad, han tenido fundamentalmente funciones estéticas, recreativas o meditativas, ya que el diseñarlos y colorearlos no sólo induce a un estado concentración intenso, sino que además la elección de cada uno de sus elementos (formas y colores) hablan de nosotros y de nuestro estado físico y espiritual en dicho momento y con su elaboración ambas partes de nuestro ser se conectan y se equilibran permitiendo que nuestro ser vuelva a su totalidad. Los mandalas sobrepasaron el campo de lo místico de la mano del psicólogo e investigador Carl Jung dotándoles desde entonces además de una función terapéutica.
Volviendo al mandala que hemos pintado a mano en el cabecero que nos habían encargado, encontramos en su diseño inicial un problema en la composición general, ya que el mandala, al ser un elemento circular, por sí sólo, iba a quedar muy pequeño en el conjunto del tapiz, dejando los laterales absolutamente vacíos, por lo que decidimos que había que combinarlo con algún otro elemento que siguiera esa idea espiritual, de continuidad, de ciclo. Y pensamos en cuatro escenas que no sólo representaran diversos momentos de la vida sino que además representaran el ciclo de las cuatro estaciones, etapas que cíclica y armoniosamente se suceden en una rueda perfecta en nuestras vidas. Y así mismo decidimos equilibrar el paso del elemento circular del mandala en el centro con la linealidad de las cuatro escenas a través de formas circulares, fragmentos de esferas en distintos colores, compensando el conjunto cromática y compositivamente.
Como en alguna ocasión anterior, en el vídeo que cierra el post de hoy, música e imagen forman un todo que se complementa. Hemos escogido una danza mandálica realizada sobre arcilla mojada, una verdadera maravilla que observada con atención llega casi a hipnotizar. La danza mandálica es el término utilizado para aquellas actividades que implican un movimiento concéntrico y repetitivo por el que se llega a un estado meditativo o casi de trance, como ocurre estos mandalas dibujados sobre el barro o con la Sema o danza de los derviches en Turquía.
Un cabecero que transmite un montón de energía positiva y alegría por los colores, a la vez de una tranquilidad y bienestar en las cuatro estaciones¡¡¡ esos retos Tutti los supera con creces¡¡
Muchas gracias, Cris. Sí, queríamos que sin resultar estridente, los colores trasmitieran toda esa energía a la que te refieres.A todo lo que renace y a todo lo nuevo que comienza. Ojalá este cabecero proteja los sueños de su dueño además de decorar su habitación. Un abrazo muy fuerte.
Buenas noches : otro post excelente. Igual que el cabecero. Repleto de detalles, sabiduría y matices. Aprendiendo siempre de tus trabajos y de tus entradas de los jueves. La sara que fue jueves. Grazias por enseñarnos siempre. Un abrazo y hasta el próximo jueves.
Gracias, a ti Amanuense por leernos cada jueves y hacerlo además con ese entusiasmo y compartir con nosotros tus opiniones. Nos encanta leer vuestros comentarios y saber que estáis ahí y que algunos de vosotros…hasta os gusta. Muchas gracias y espero poder seguir con vosotros entradas muchas semanas más. Un abrazo
Precioso el tapiz.Es verdad que transmite energia, buen rollo, da gusto mirarlo. y estoy segurísimo que habrá dado incluso eso que llamamos calor de hogar…Una pasada
Genial tutti!!!
Gracias, Abies. Me alegro de que te de esa sensación, porque una de las preocupaciones que hacíamos es que un mandala es algo personal, al igual que las escenas que lo acompañan y al elegirlo nosotros por su futuro dueño, siempre el resultado cabe que hable más de nosotros que de él o que no diera esa idea de algo hecho de una forma muy personal desde mí pero que luego no encajara con el espacio y con su dueño. Pero parece ser que le ha gustado y ya disfruta de él en el lugar reservado. Un abrazo grande y gracias por darnos tu opinión
Querida Sara, me dejaste con la boca abierta y cara de boba feliz. Qué preciosidad! Yo hago muchos dibujos de mandala en papel porque es una actividad que me relaja mucho, pero este es una auténtica obra de arte. Mi respeto más sincero a tu creatividad y a ti por supuesto
Muchas gracias, Maria José. La verdad es que es una actividad relajante y que te obliga a concentrarte y a dejar la mente en blanco. Una perfecta antesala para meditar y conocer. Un abrazo y gracias por estar ahí cada semana.